martes, 23 de noviembre de 2010

De lo íntimo a lo colectivo


Si bien el arte permite que un sujeto pueda mostrar la singularidad de su mundo subjetivo plasmando lo más íntimo de si en la obra, el diseño no sigue el mismo rumbo, hay un objetivo más concreto ya que se encuentra inmerso en el mundo de lo social, de lo colectivo y no de lo individual.
Así por ejemplo la obra “Mamá” de Louis Bourgeois , nos atrapa a las afueras del Guggenheim Bilbao, representando una araña gigantesca de 9 metros de alto en bronce y mármol.
Bourgeois alude a la fuerza de su madre y a su misteriosa ambivalencia, con matices de protección y devoramiento, formando parte de una íntima reconstrucción de las más terroríficas pesadillas de su infancia.
Y es que el arte no se conforma con adornar o representar una estética de lo bello, sino que la obra se organiza alrededor de un vacío, de lo irreductible, de eso de lo que a veces ya no hay nada que se pueda decir pero está allí sin poder ser simbolizado.
Desde otro lugar, el diseño no se teje alrededor de un vacío sin significantes, es más bien una fiesta estética de significantes que devienen de lo que sucede en nuestros entornos colectivos: el arte, acontecimientos políticos, movidas sociales y culturales. Todo ello forma parte de la fuente de la que beben sorbo a sorbo los más grandes diseñadores y cazadores de tendencias, para así adelantarse a lo que vendrá en la moda.
Imaginémonos por un segundo, ¿Cuál hubiese sido el destino de Louis Vuitton si no hubiera tomado la colorida inspiración del artista japonés Takashi Murakami?, probablemente el estancamiento poco grácil del marrón y unos cuantos conservadores consumiendo el insípido clásico sin riesgos.
El arte y el diseño no navegan hacia el mismo rumbo, ni en las mismas profundidades, son disciplinas diametralmente distintas desde su concepción.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Una comunidad lingüística como síntoma


El síntoma desde un discurso psicoanalítico es aquello que aqueja a un sujeto y lo atraviesa en su existencia. Al síntoma hay que cifrarlo y permitirle existir para acomodarse con él, no se trata de desaparecerlo y por sobretodo no apunta a una construcción moral, esto estaría fuera de la Ética del Psicoanálisis.

Si pensamos al País Vasco como sujeto, podemos decir que es un sujeto que se rebela al orden de ese amo llamado “España” manteniéndose como un pueblo fuera de los ideales sociales españoles al no sentirse representados por ellos. El euskera no guarda relación alguna con ninguna familia de lenguas en el mundo, es la única preindoeuropea superviviente en Europa occidental, y por tanto, la de raíces más antiguas en esta región.
Las lenguas toman cuerpo en sus hablantes, residen en ellos y la historia de los hablantes es la de la lengua. Asimismo, si el inconsciente está estructurado como un lenguaje y es ahí donde se cifra el síntoma, entonces es en el euskera y en el uso de ella donde podemos encontrar algunas pistas.
El tener un idioma radicalmente distinto y quiero decir radical porque a diferencia del catalán que también es un idioma oficial en España, el euskera no se le parece a nada, y aún no se sabe su origen, tiene efectos:

El nacionalismo vasco y como consecuencia en la política, el separatismo frente a España (con Francia sucede lo mismo).

Tomando en cuenta que el síntoma es eso de lo que el sujeto se queja, pues la comunidad lingüística euskera se queja de no pertenecer y por ello su incansable lucha va hacia el formar el estado nacional vasco, es un síntoma del lado de la histeria rebelde y reivindicativo, que se levanta ante ese que pretende ser el amo y donde ellos ponen un límite con el idioma y su cultura como parte de la fundación de su identidad y una búsqueda incesante sobre su origen.

sábado, 8 de mayo de 2010

La rabiosa mascarada de Narciso


Cuadro: Fito Espinosa

La rabia viral es descrita como una enfermedad aguda infecciosa del sistema nervioso central. De la misma manera, cuando se instala el sentimiento de la rabia en el cuerpo parece arrasar con todo: un calor intenso atraviesa cada hueso, cada trozo de piel como un desastre natural impiadoso e incontenible. Ocurre un terremoto con epicentro en las entrañas, damnificando el alma y convirtiendo al cuerpo en el único medio que intenta contenerlo.

¿De dónde viene esta rabia?. Si bien no hay muchos escritos sobre ella en psicoanálisis, si hay acercamientos que dan cuenta del individuo y su relación con la agresividad como vivencia subjetiva, con esa violencia que se nos escapa, consciente o inconscientemente.
Es por la etiología de la agresividad por la que intentaremos transitar en este texto.
En torno a ella, Freud formula su teoría pulsional y así propone un nuevo dualismo entre las pulsiones: la de vida y la de muerte. Esto se supone dejaría al individuo en un conflicto pulsional con el cual tendría que lidiar ya que ambas buscarían repetirse, buscando esa satisfacción experimentada en un primer momento.

Freud nos advierte sobre nosotros mismos aclarando que "el ser humano no es un ser manso, amable, a lo sumo capaz de defenderse si lo atacan, sino que es lícito atribuir a su dotación pulsional una buena cuota de agresividad. En consecuencia, el prójimo no es solamente un posible auxiliar y objeto sexual, sino una tentación para satisfacer en él la agresión, explotar su fuerza de trabajo sin resarcirlo, usarlo sexualmente sin su consentimiento, desposeerlo de su patrimonio, humillarlo, infligirle dolores, martirizarlo y asesinarlo" (Freud, 1930[1929], p. 108).

No hay que malentender a Freud y pensar que está tratando de animarnos a infligir dolores y justificar asesinatos, más bien da cuenta de hasta dónde puede llegar la pulsión, esa pulsión que nos compete a todos en un mayor o menor grado.

Dando un giro, Lacan se sirve del mito de Narciso en términos de la implicación de la muerte. De esta manera nos muestra que Narciso, al quedar atrapado en su imagen reflejada, tiene como destino la muerte puesto que no contiene al prójimo que le daría estructura y lo formaría como sujeto. Lo que resalta Lacan, por sobre todo, es que el reconocimiento de la propia imagen especular ocurre, con ayuda de, y en relación a un otro semejante, por eso habla de la muerte en Narciso.

En los Escritos 1, Lacan habla sobre la agresividad en psicoanálisis y enuncia algunas tesis, siendo una de ellas: "La agresividad es la tendencia correlativa de un modo de identificación que llamamos narcisista y que determina la estructura formal del yo del hombre y del registro de entidades característicos de su mundo" (Lacan, 1971, pp. 102).
Lacan va a ubicar las causas de la agresividad, centrándose en las imagos propias del cuerpo fragmentado, cuando la imago especular (del estadio del espejo) creada es cuestionada haciendo corto circuito entre la identificación narcisista y aquellas fracturas de la imago.
Siendo la imago una representación inconsciente que orienta las actividades de un sujeto en el campo intersubjetivo. Estas se objetivan en el plano imaginario.

La imagen que uno puede tener de alguien no suponen un reflejo de la realidad, uno puede pensar desde lo imaginario que alguien es muy frágil cuando en la realidad es mucho más fuerte y resistente de lo que se nos podría ocurrir.
Si la agresión existe es porque cuestiona la imago omnipotente, poderosa e íntegra que el sujeto se ha formado en su yo ideal, y si hace eco el cuestionar esta imago es porque de alguna manera el sujeto sabe de la situación fragmentada y desintegrada que tenía antes de la llegada del otro a su vida.

De esta manera la emergencia de la agresividad testimonia eso que en lo profundo esconde: la fragmentación corporal que denuncia la mascarada imaginaria del propio narcisismo.


Publicado en sección Cutural, La Musa en el diván, Le Monde Diplomatique, Julio 2010